Aqua Infernalis

Podemos acercarnos al mundo y comprenderlo desde distintas ópticas. Podemos hacerlo desde un nivel político, científico, poético, económico, ecológico, etc. es decir, desde ángulos que de por sí son analíticos (exceptuando quizás el poético), o sea, formas de visión que desmenuzan la realidad para, en algún momento no especificado, llegar a un supuesto límite. Pero que mientras no se llega a ese límite (e imposible, de hecho, es llegar a él), los resultados de ese análisis permanecen como teorías, como fórmulas matemáticas lo más cercanas (se cree) a la «realidad».

Pero existe otra forma de ver el mundo, que no necesita desmenuzar la realidad, que no separa o aísla a ninguna parte de este mundo para comprenderlo, que no necesita aceleradores de partículas ni gigantescos telescopios para observar la realidad. Esta forma de ver debemos aprender a desarrollarla, porque la humanidad actual, al menos la de esta parte del mundo, hace tiempo que olvidó cómo emplearla. Olvidamos cómo ver. Y olvidamos que esta visión no es una visión artificial, sino que es intrínseca a las cosas mismas. Si no ¿de qué otro modo podríamos conocernos a nosotros mismos?

Esta manera de ver consiste en la apreciación del mundo, y de cada «componente» de este mundo, como un símbolo. Entendiendo al símbolo como aquello que conduce nuestra comprensión desde algo conocido hasta algo desconocido, permitiéndonos aprehender la esencia de las cosas (un platónico diría que nos pone en relación con la Idea). Que alguien entienda al símbolo como un fetiche sólo indica una falta de profundidad en esa comprensión, o simplemente una falta de comprensión. Que nosotros, occidentales cultos, creamos que las tribus africanas danzan para gustar a los dioses y de esa manera convencerlos de que caiga lluvia, sólo demuestra nuestra falta de «visión» y comprensión de la realidad manifestada en ese rito (siendo el rito un símbolo en movimiento).

Si reflexionamos un poco acerca de esto, nos podemos dar cuenta de que nuestra manera actual de vida, nuestra vida diaria, se encuentra también impregnada de símbolos: el dinero, la moda, las vacaciones, etc. todo y cada una de estas cosas son el símbolo de «algo» que por nuestro olvido de cómo verlo, está allí, en cierta forma, dominándonos. Si pudiésemos despertar ese ojo intelectual, observaríamos que lo que creemos es una cultura en evolución, una evolución del hombre, verdaderamente es todo lo contrario. Despertar a esta visión, no sólo nos permitiría ver el «horror de la situación», sino que también, y lo que es más importante, nos mostraría que hay otra manera de vivir en el mundo, más acorde a lo que verdaderamente somos, más acorde a los ritmos de este mundo.

El título de este post se refiere a un artículo que trata de uno de los símbolos en nuestra vida actual: el petróleo.

4 pensamientos en “Aqua Infernalis

  1. Estoy viendo el «horror de la situación» como nunca antes…

    Vengo de un problema en la vista (je…) de + de 1 mes, del que aún no termino de salir…

    Vivo en Buenos Aires, y a pesar que la adoro, quiero salir corriendo!!!!!!!!!!

    Gracias por tu post

  2. Milena

    Tal vez este post al referirse a la visión, no sea gratuito. Estos días también tuve problemas (menores) con los ojos, y quizás todo ello me llevó a reflexionar en estas cosas.

    ¡gracias por tu comentario!¡Que te mejores pronto de tu problema!

    M.

  3. Citando al gran filosofo Platón, al igual que San Agustín, rechazando la utilidad de los sentidos, y para lograr llegar al conocimiento, debemos ver con nuestra inteligencia o con nuestra alma, lo único que hacemos es ver lo que realmente no tenemos que estar viendo, pero lo vemos, porque sino, no podriamos «ver» la mentira que quizas que estamos presenciando, frente al oro negro…
    Muy bueno todo

  4. Creo que el problema, bibliotecariasensual, no es que veamos lo que no debemos, sino en cómo, de qué manera lo vemos. Somos como miopes intelectuales, (no debemos confundir al intelecto con la razón… el intelecto es ese rayo increado que nos permite permanecer vinculados con la Unidad. Por lo tanto es trascendente, está más allá de nuestra individualidad, al contrario de la razón, que es individual e individualista.

    Tampoco es «malo» o inútil el servirnos de los sentidos… por algo es que la Providencia nos dotó con ellos. Vivimos en un mundo (ahora le llamaríamos «plano») condicionado por el espacio y el tiempo, y podemos utilizar estos condicionantes como soportes para una realización espiritual. Actualmente tomamos a los sentidos como fines en sí mismos, y desconocemos que además de la razón existe el intelecto… todo esto, entre otras cosas hace que veamos el mundo de esta manera, por decirlo así, invertida, o profana (= no sagrada).

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