Piedras en el camino II

 

  

«El mundo es como un lenguaje divino

para aquellos que saben comprenderlo»

 

René Guénon

 

Este desarrollo desde la unidad inicial hasta la completa manifestación representada por las 16 figuras, desarrollo que podríamos llamar macrocósmico y descendente, tiene su correspondencia microcósmica y ascendente en el camino de retorno desde la multiplicidad de la manifestación hacia la unidad primordial.

Tal vez no esté de más hacer algunas observaciones que ayudarán a comprender nuestra intención al abordar este punto.

Se dijo antes que el escudo sería la parte fija del «tema», y esto se relaciona claramente con la formación que llamamos macrocósmica puesto que los 4 pasos que se detallaron arriba están representados en los cuatro niveles del escudo, pero aquí desde abajo hacia arriba.[1]

 

El puesto XV en la base del escudo recibe el nombre de Iudex (Juez) y representa la Unidad primordial. Los puestos XIII y XIV son los dos Testes (Testigos), y representan a los opuestos complementarios. Las 4 Neptes (Sobrinas) son las 4 figuras formadas por el juego de los opuestos y ocupan los lugares IX a XII. Las 4 Filiae (Hijas) con las 4 Matres (Madres), formando la línea superior del escudo (puestos I a VIII), son los 6 signos especulares más 2 de las «madres originales», quedando las otras dos «madres originales» como Subiudex (Juez Auxiliar) en el puesto XVI y Juez Espiritual en el puesto XVII. Otra posibilidad sería que en la línea de Madres-Hijas se colocaran en cada cuadro dos figuras, cuyas bases fueran la sobrina correspondiente. Se podrían incluso encontrar muchas más correspondencias y disposiciones.

Para algunos estas consideraciones podrían parecer arbitrarias o forzadas, pero se debe comprender que como todo esquema del cosmos (el árbol sefirótico, por ejemplo) el escudo geomántico y las figuras que en él se representan, no tienen ni podrían tener una sola lectura definitiva, o una lectura arbitraria, ya que al ser «orgánicos», es decir, vivos, tienen por necesidad que dejar la suficiente libertad como para que el «espíritu» actúe sobre esa «letra», que de otra manera quedaría muerta. Las diversas interpretaciones o disposiciones de estos esquemas, al contrario de lo que podría suponerse, no tienen por qué contraponerse ni anularse mutuamente, ya que al leerse desde distintos planos, niveles o puntos de vista, más bien se complementan y enriquecen unos a otros.

Este proceso de manifestación expresado en el escudo mismo tiene su reflejo invertido en el proceso de vuelta a la Unidad, lo que está simbolizado en la forma en que se obtiene el oráculo. 

Desde antiguo se utilizaban para la a-divinación pequeños guijarros, piedritas o incluso semillas, todos «frutos» de la tierra, además de caracoles, que lanzados al aire para que las distintas «influencias» actuaran sobre ellos, mostraran al consultante los diversos caminos a seguir, nunca determinándolos, sino siempre sugiriéndolos, o mejor, inspirando a su intérprete para que se abriera a las posibilidades que de otra manera tal vez quedaran para siempre ocultas. Quién sabe si el hecho de arrojar estas piedras al aire no fuera en un principio una imitación de las «piedras caídas del cielo», significando así el «descenso» de lo divino a lo terreno

Hay varias técnicas para obtener las cuatro madres, que son el origen de todo el «tema» geomántico. Como se dijo, antiguamente se lanzaban piedras al aire, o pequeñas cáscaras de nuez o se dibujaban en la arena marcas al azar, y dependiendo de cómo cayeran o qué forma tuvieran las líneas, se dibujaban o interpretaban las madres. La intención al dejar que el «azar» actuara de esta manera era crear el caos, del cual el intérprete extraería el cosmos, de la misma forma que los alquimistas debían crear «su» caos, para extraer luego de él la materia prima que usarían para completar su Gran Obra. 

Una de las técnicas más comunes desde la edad media es, una vez formulada la pregunta, escribir una primera línea de puntos, o rayas o palotes, de forma espontánea, de derecha a izquierda, para ir separando luego de dos en dos sus elementos constitutivos, siendo lo importante el remanente: pueden quedar dos elementos, o uno. Este juego del par y del impar, de Prakriti y de Purusha, del Yin y el Yang, irá generando todo el «tema», todo el cosmos. Con los elementos que quedan se produce entonces la «cabeza» de la primera madre. Se realiza la misma operación otra vez, resultando el «corazón». La tercera vez generará su «vientre», y la cuarta vez dará por resultado sus «pies». (La primera madre tiene una importancia similar al «ascendente» en astrología).

 

Acto seguido, se realizan las mismas cuatro operaciones para la formación de la segunda madre, luego para la de la tercera y finalmente para la formación de la cuarta madre. En total, se hacen 16 operaciones para la obtención de las cuatro madres.

Luego se obtienen las 4 hijas. En su formación no entran elementos externos a las madres, sino que con la reunión de las cabezas de las 4 madres se forma la primera hija. Con la reunión de los corazones de las 4 madres se forma la segunda hija, con la reunión de los cuatro vientres la tercera y con la reunión de los pies, la cuarta hija.

 

Ejemplo de creación de la primera hija

 

Las sobrinas se obtienen por adición, siguiendo la regla:

par + par = par

par + impar = impar

impar + impar = par

 

Por tanto, para la obtención de la primera sobrina se suman las dos primeras madres. Para obtener la segunda sobrina, se suman las dos últimas madres. Para la tercera sobrina, las dos primeras hijas, y para la cuarta sobrina, las dos últimas hijas.

El primer Testigo se obtiene sumando las dos primeras sobrinas, y el segundo Testigo, sumando las dos sobrinas restantes.

El Juez se obtiene por la suma de los dos Testigos.

Se ve así cómo la obtención del oráculo se convierte en un verdadero ritual (entendido como símbolo en movimiento) cuando se empieza a intuir el profundo significado que implica esta vuelta hacia la Unidad, este «regreso a casa» luego de haber vagado por el «bosque», ayudados por unas «piedras caídas del cielo», piedras parlantes, vivificadas.

Porque todas las ciencias herméticas tienen un origen común no estaría de más recordar estas palabras de la Tabla de Esmeralda («piedra» desprendida de la frente del ángel caído) que nos recuerdan los ciclos que el Ser debe cumplir hasta su liberación final:

Sube de la tierra al cielo

y de nuevo desciende a la tierra

recogiendo la fuerza de las cosas superiores e inferiores.

Así tendrás la gloria del mundo entero

y toda oscuridad se alejará de ti.

 

Con estos apuntes no pretendemos agotar las posibilidades del símbolo, lo que sería imposible, ni tampoco escribir un tratado de Geomancia, sino hacer comprender que tras la «mancia» maltratada y bastardeada existe una herramienta potencial para comprender los principios cosmológicos que pueden servir como soporte para una realización espiritual, al menos en sus primeros pasos.

 


[1] Es interesante notar esta inversión, y preguntarnos qué consecuencias podrían sacarse de ella.

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Bibliografía de interés

Dubois, Philippe – Geomancia. Su práctica e interpretaciones adivinatorias. EDAF, Madrid, 1988.

Fludd, Robert – Tratado de Geomancia. Extraído de sus obras mayores. Ed. Lidiun, Buenos Aires, As. 1992.

Bennett,Elizabeth – Medieval Geomancy, An Introduction to Medieval Geomancy.

 

 

 

Piedras en el camino

(Apuntes acerca del simbolismo de la Geomancia)

  Para Pola y Sahaquiel

 

Es tan indeseable destacarse como una gema única

como ser monótonamente numeroso como las piedras.

Tao Te King

 

Comúnmente las piedras en el camino sugieren la idea de obstáculos que impiden el avance hacia nuestras metas, anhelos y deseos. Son inconvenientes molestos que pueden quitarnos del camino que deseamos transitar, o apartarnos para siempre, olvidados de nosotros mismos debido a estos problemas a veces insolubles.

Pero también las piedras en el camino tienen un aspecto benéfico. Éste es el caso de las piedras utilizadas en ciertas culturas antiguas como guías o mojones para indicar al peregrino la dirección correcta a fin de no perderse en algún lugar peligroso o correr el riesgo de ser devorado por alguna fiera o capturado por los enemigos. Este aspecto benéfico de las piedras es aprovechado por Pulgarcito, quien las dejaba caer por el camino para poder regresar a casa luego de internarse en el bosque, haciendo las veces de hilos de Ariadna lapidarios.

El mismo aspecto puede encontrarse también en la Geomancia [1], en sus principios, los que bien utilizados y comprendidos pueden servirnos de soporte y guía para volver al hogar luego de nuestro exilio involuntario en este bosque o selva oscura.

Estos principios son propiamente cosmológicos, al igual que los de la Astrología, y se derivan de la metafísica. No por nada este arte o ciencia tradicional, prosperó en culturas de hondas raíces metafísicas, como la de los árabes [2]. No fue sino hasta caer en manos de los occidentales que la Geomancia se transformó en una simple «lectura de la buenaventura», lo mismo que la Astrología, denotando que la mentalidad occidental carecía ya entonces de las bases metafísicas que las otras culturas aún conservaban y en algunos casos todavía conservan.

En otros tiempos la Geomancia era la contrapartida terrena de la Astrología, y en la cultura árabe aquél que levantaba un tema astrológico solía acompañarlo de un escudo geomántico. De allí que algunas características sean comunes a ambas ciencias: por ejemplo la división en «casas», los «aspectos» entre los signos o figuras, etc. Sin embargo hay otras características que son propias sólo de la Geomancia. La relación de ésta con la tierra indicada en su mismo nombre se ve reforzada (además de por la antigua costumbre de arrojar las piedras o arena al aire) por los números implicados en este arte.

Al ser una ciencia cosmológica su número fundamental es el 4, puesto que como bien lo indica René Guénon el cuaternario es la «signatura» de la manifestación (de ahí las divisiones de que es susceptible dicha manifestación: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro fases en que todo ciclo se divide naturalmente: las edades de la vida humana, las estaciones en el ciclo anual, las fases lunares en el ciclo mensual, etc,)[3] estando implícitos en él la unidad (es decir, el Ser manifestado), el binario (el Espíritu universal) y el ternario (el Alma universal).

Este desarrollo desde la Unidad inicial hasta la completa manifestación se encuentra expresado en la Geomancia en la creación de las figuras geománticas. La unidad esencial, el punto, se polariza, generando dos signos principiales, el punto derivado, al que se lo puede relacionar con Purusha en la tradición hindú y con la línea yang del Yi King, y los dos puntos dispuestos horizontalmente, que se pueden relacionar con Prakriti y con la línea yin.

Esta es la primera polaridad, y de la combinación de estos dos elementos se generarán otros cuatro, así:

Estos cuatro elementos así generados son leídos por algunos como si se tratara de las letras constitutivas del Tetragrama hebreo, pero entendemos que esta relación sólo puede hacerse no en cuanto a la forma de cada una de las letras [4], sino en cuanto al número de elementos totales, es decir 4, por el hecho mismo de que, como dijimos más arriba, el 4 es la «signatura» de la manifestación, y el Tetragrama expresa los «cuatro mundos» de la cábala, los 4 elementos, etc.

Finalmente un cuarto nivel consistirá en la combinación entre sí de estos cuatro elementos secundarios generando las 16 figuras geománticas (4×4=16), elementos que poseen cada uno nombres y características particulares,

y que ubicados de cierta manera en el escudo geomántico crearán un mapa en el que se podrán leer los temas correspondientes a nuestras consultas [5].

Por otro lado, 12 de las figuras se reflejan verticalmente como en un espejo, lo que genera la división entre «signos celestes» y «signos terrestres»:

Las cuatro figuras madres originales entregadas por Gabriel a Idris según la leyenda serían las únicas figuras que no se reflejan especularmente pero que aún así se complementan:

(Continuará)

 


[1] Entre los árabes conocida como Ilm Al Raml, la ciencia de las arenas.

[2] El origen celeste de la Geomancia está expresada por la tradición que afirma que fue el ángel Gabriel que le reveló las «cuatro figuras madres originales» al profeta Idris (Hermes, relacionado con Enoc) en la cima de un monte.

[3] René Guénon. La tetraktys y el cuadrado de cuatro, en Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. EUDEBA, 1975.

[4] Cosa que nos parece algo fantasiosa ya que el Tetragrama utiliza sólo 3 caracteres para crear un nombre de cuatro letras, mientras que estas son cuatro figuras bien diferenciadas.

[5] El escudo será así la parte «fija», mientras que las figuras serán las partes «móviles» que actúan sobre ella, modificándola. Obsérvese que el escudo está dividido en cuatro niveles.